Zaruma se hunde por la minería desde la época colonial.

Zaruma, Patrimonio Cultural de la Humanidad, ha soportado al menos cuatro socavones en los últimos cinco años, dos de ellos en 2021.

Cuando se escucha hablar de Zaruma, algunas personas la relacionan con el café pasado, el tigrillo, pero otras con la palabra ‘minería’.

 

Las nuevas generaciones quizás no sepan lo que ocurrió la noche del 15 de diciembre de 2021 sea nuevo, pero Zaruma se viene hundiendo desde hace años, por una minería que data de 1500, incluso desde la época incaica. Los socavones no son nuevos, pero al menos en los últimos cinco años se han visto con mayor frecuencia. Uno de ellos ocurrió en diciembre de 2016, y destruyó la escuela La Inmaculada Fe y Alegría, ubicada en el Centro Histórico. Así lo recuerda el ecologista Marco Encalada, quien dialogó con Primicias sobre su natal Zaruma y lo lejos que está de ser lo que recuerda.



“Hay un sitio en Zaruma que se llama Paccha, por la mamá de Atahualpa, las minas de     Ayapamba, de donde extraían el oro para sus joyas”. Marco Encalada.

 




Desde ahí, Zaruma ha soportado al menos tres socavones más: 2017, en el mismo sector de la escuela, y se desató una alerta en 2019; julio de 2021, en la calle Gonzalo Pizarro y el actual en el centro de la ciudad. En primera instancia, dice Encalada, se fijó en 823 hectáreas la zona de exclusión minera, luego se la redujo a 177 hectáreas, pasando a 214 hectáreas y ocho días después, volvió a 177 hectáreas. Esto permitió que la minería, tanto regular como ilegal, fuera ganando espacio. Estas decisiones estaban a cargo del Ministerio de Energía y Minas de la época. Además del hundimiento del suelo, la minería ha causado daños al medioambiente, específicamente a la flora y fauna, y problemas de salud para quienes la desarrollan, esto por el contacto con los metales que extraen de las minas.

¿Qué se ha hecho hasta ahora en Zaruma?

A raíz del estado de excepción decretado por Moreno, se crearon una serie de comités y veedurías ciudadanas, que denunciaron irregularidades, como la disminución de la zona de exclusión. De allí que Encalada plantea al menos cinco alternativas de solución: Combatir a los ‘sableros’, quienes incluso usan dinamita de alta expansión para la actividad minera. Que se extienda el área de exclusión minera. Prohibir la actividad minera de profundidad. Restablecer la estabilidad del suelo. Ofrecer otras alternativas de desarrollo económico social local, que combinen las virtudes de la zona, como las actividades cafetera y turística.



 

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